domingo, 15 de mayo de 2011

Gran Reinauguración

No abuses de  mi  inspiración,
no acuses a mi corazón, 
tan  maltrecho y ajado que está
cerrado por derribo. 
-Joaquín Sabina-   

Hace algunos meses, tras varios pedazos rotos, apenas remozados con saliva en vez de yeso; tras unas grietas que lo recorrían por todos lados y cada vez más profundas, más anchas y más difíciles de obviar; después de varios intentos por mantenerlo abierto, hubo un derrumbe más grande: los pedazos se hicieron pedacitos y ya ni la saliva ni el yeso pudieron remozarlos; las grietas eran casi lo único que quedaba, así que puse el letrerito en mi corazón: “Cerrado por derribo”.
    Lo primero fue sentir la tristeza de tener enfrente a mi corazón tan destruido; ni por dónde empezar a repararlo, sólo podía verlo ahí, quién sabe si completo, quién sabe si reparable. “Cerrado por derribo”; al menos la explicación sobraba, era evidente, pero había que avisar que estaba cerrado. No quedaba claro si era momentáneo, permanente o por tiempo indefinido. Al ver los escombros era difícil decidir.
    Después tuve que limpiar; sacudir tanto polvo y barrer los pedazos filosos o picudos que podían cortarme. Un proceso largo, lento; decidir dónde poner cada cosa, construir lugares para poner orden, al menos tener espacio para la reconstrucción.
    Y muy poco a poco, casi imperceptiblemente, con mucha paciencia y con mucho amor, con pegamento, lodo, ladrillos de todos lados, cinta adhesiva, nuevos lazos que lo estrechen, lluvia; todo lo que me pudiera ayudar a pegar los pedacitos que decidí salvar, fui construyendo de nuevo mi corazón.
    Dejé el letrerito bien a la vista: “Cerrado por derribo”, y en algún momento, cuando al fin pude ver que lo que se formaba con tanto esfuerzo, con tantos pedazos desechados, seguía siendo mi corazón y no otro diferente, sólo cuando tuve esa certeza, lo cambié: “Cerrado por derribo” y, abajo en letras chiquitas: “En remodelación”.
    Como en todas las remodelaciones, en ésta hubo un proceso de observación, de comparación, de planeación, de creatividad. Todo con la idea de hacer que ese corazón sea al mismo tiempo igual y diferente; que se pueda reconocer, pero que los cambios también sean evidentes. Y como en todas las remodelaciones, en ésta hubo ensayos, pruebas, errores, rectificaciones.
    Nunca había hecho esto; nunca había cerrado, ni por derribo, ni por inundación, ni por falta de clientes. Siempre una puerta, una ventana, un tragaluz en lo alto de todo, algo abierto por donde colarse; nunca un letrerito.
    Hoy, después de mucho trabajo, de muchas tristezas, de ensayos, de inseguridades y arrepentimientos, me atrevo a quitar el letrerito y cambiarlo por otro: “Gran Reinauguración”.
    Claro, tiene su parte de publicidad, porque de “Gran” lo que tiene es sólo su importancia. El evento es privado, pocos invitados, importantes, eso sí, todos y cada uno. La entrada es sólo con invitación, la vestimenta, por supuesto, es informal; de preferencia con una sonrisa, pero no es indispensable. La cita es cuando quieran, al fin, de nuevo está abierto.

Juan Manuel Ruisánchez Serra.
Aubin Arroyo. La Habana.

4 comentarios:

  1. :)
    Gracias por invitarme.
    Ha sido lindo empezar estos días con ustedes.
    un gran abrazo,
    m

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  2. Gracias por el privilegio.

    ¡Feliz Reinauguración!

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  3. Gracias a ti JM por hacerme parte de esta travesia :), y gracias a ti A por el placer visual que acompaño cada palabra

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