Después de tanto tiempo, hoy me desperté optimista. Cauteloso, es cierto, pero sintiéndome mejor y casi casi sonriendo. Hoy me desperté y el cielo era de nuevo el que recordaba, con su azul y su enormidad.
En el espejo, al fin, pude verme otra vez. Mis ojos volvían a mirarme de ese modo que hace tanto no usaban en el reflejo. Una levísima sonrisa en el espejo por el brillo que encontré en mis ojos. A veces pensaba que se había perdido para siempre, que tenía que buscar uno nuevo; pero hoy estaba ahí, apenas visible atrás de tanta niebla, pero inconfundible.
Hoy me desperté queriendo ser yo el que abraza y no mi tristeza. La diferencia es evidente. Hoy puedo ser yo de nuevo y no esperar a que me ayuden a ser yo de nuevo. Hoy puedo estar solo sin sentir que me acompaña la pura soledad.
Con cuidado, saco los ojos de debajo de las cobijas y miro de nuevo al mundo; con cuidado, hoy puedo esbozar una leve sonrisa y esperar que los ojos del espejo mañana me miren otra vez así.
Este proyecto nació de una crisis, de un reencuentro y de cosas que dos amigos comparten hace casi 20 años. Textos escritos, uno cada día, leídos, uno cada día, y las imágenes que invocaron. Escribir y fotografiar han sido los medios de expresión y comunión por tantos años, que es un inmenso placer volver a juntarlos.
Publicamos un texto y la imagen que le corresponde, en el orden en que fueron escritos, uno cada día. Vale la pena leerlos en ese orden, pues fue el camino.